Viernes, 19 de Marzo de 2010
(Por Mario Fulvio Espinosa) Recibir a Micheletti es igual que aplaudir y rendir honores a todos los criminales golpistas
Igual que Herodes, Caifás y Anás, las viejas plañideras del somocismo que ahora militan en el PLC, se están rasgado las vestiduras ante la decisión firme de nuestro gobierno de no permitir la entrada al país del Pinochet de Honduras, el golpista Micheletti.
Vergüenza es, que en la patria de Sandino aún existan estos hediondos sepulcros blanqueados, cuyos cerebros trogloditas aún deliran por la dinastía somocista que nos impuso la intervención gringa, prolífica también en apadrinar golpes de Estado, fraudes electorales, asesinatos políticos, rapiña con los bienes públicos, matanzas y masacres contra el pueblo nicaragüense.
Increíble resulta que existan todavía “comerciantes de la política” que por treinta denarios están dispuestos a vender la soberanía de la patria y la conciencia libre, anti-imperialista de nuestra gente, impulsados por la ambición de mantener sus intereses cavernarios, que comienzan y terminan en genuflexiones ante el amo imperial.
Que dirían de estos sujetos los héroes de nuestra autentica independencia, Sandino, Zelaya, Zeledón, Fonseca y tantos héroes y mártires, al ver el triste show de estas marionetas “Made in USA”, que con sus cabriolas manipuladas tratan de imitar a aquellos vende patria sin límites, que fueron, Castellón, Jerez, Emiliano Chamorro, Adolfo Díaz, José María Moncada, Somoza y sus adláteres del ayer y de hoy.
Pensaban estos desalmados, no sólo recibir en la Patria de Sandino a un golpista asesino, sino ofrecerle un homenaje que, por supuesto, es extensivo a los gorilas militares que cambiaron de un plumazo la senda democrática por la que iba Honduras. Pensaban hacer una fiesta de primates, pues según estos malandrines, los ejércitos se constituyen para dar golpes de estado.
Como les duele a estos mal nacidos que nuestro Ejército este constituido, sostenido y fortalecido en valores cívicos y morales que nunca han pasado ni por la mente de los gorilas hondureños, sin embargo, la fiesta que preparaban a éstos los Pallaís, Montealegre, Alemán, Navarro y otros nefastos, es una invitación subliminal al golpismo que ellos quieren alentar en nuestra patria, aunque eso sólo les produzca cefaleas y el chirriar de dientes de la frustración.
Recibir a Micheletti es igual que aplaudir y rendir honores a todos los criminales golpistas habidos y por haber en nuestras latitudes, a los Pinochet, Videla, Pérez Jiménez, Banzer, Viola, Galtieri, Batista y a los del propio sector centroamericano, Somoza, López Arellano, Melgar, Polo Paz, Castillo Armas, Idígoras Fuentes, Molina y Peralta Azurdia, entre otros, fascistas todos y que al grito franquista “Muera la inteligencia”, aplastaron por tantos años a los pueblos latinoamericanos.
Vergüenza sería para la Patria de Sandino que el criminal Micheletti pusiera un pie en el territorio nicaragüense. Y está bien que quede circulado como asesino de su pueblo en nuestros registros policiacos, y no dudamos que un día tendrá que rendir cuentas ante un tribunal de justicia internacional.
Consecuente con repudiar a Micheletti, igual es acertada la decisión de nuestro gobierno de desconocer a su Frankestein político, el Lobo Porfirio, que según Mauricio Funes –que se ha convertido en su Celestina ante el imperio yanqui– ha estado dando “señales” de enmienda y buen comportamiento. Entre estas “buenas señales” están, haber sido miembro de la banda golpista, la traición al presidente legítimo del que dijo ser “amigo”, el asesinato y la represión salvaje contra su propio pueblo, el participar en elecciones espurias bajo estado de sitio, declarar “héroe nacional” al Goriletti, decretar la muerte política y la expulsión de su patria del legitimo presidente de Honduras, Manuel Zelaya.
Habría que examinar este tipo de ”señales” y recordar que el régimen del cual es apéndice el Lobo Porfirio mereció la condena unánime de todos los países del mundo y en especial el rechazo y repudio del pueblo nicaragüense. Este no es un caso de “borrón y cuenta nueva”, es una lesión grave para la democracia latinoamericana que estará sangrante a través de los tiempos, igual que todavía sangran las heridas que causaron tantas dictaduras militares.
Que no se enrede nuestro gobierno. Aunque los medios del alpiste de la carretera norte clamoreen por sus fueros de filibusteros, reconocer al Lobo Porfirio sería desconocer los valores con que, a costa de sangre y sacrificios, hemos construido nuestra patria.
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